Prólogo "Reencuentro"


PRÓLOGO
Reencuentro




Dentro de cuatro días estaré allí.”
Esa frase se repetía una y otra vez en la cabeza del hombre que atravesaba el bosque a lomos de un caballo canela.
Llevaba resonando en su cabeza desde hacia ya cuatro días, por lo que ése era el día señalado, el día donde volvería todo al comienzo.
Sería el reencuentro.
Detuvo al caballo frente a las robustas puertas de madera y metal que protegían el castillo. Una figura asomó desde la almena más cercana.
—¿Quién sois? —inquirió la voz masculina.
—Vengo a ver a Nasuada —alzó la voz pero sin levantar la cabeza—. Me espera.
El hombre de la almena dudó un par de segundos y después hizo un gesto con un brazo y acto seguido, la gran puerta de madera húmeda empezó a abrirse.
El jinete clavó levemente los talones al caballo y éste empezó a moverse, atravesando el robusto arco de piedra.
Roran sentía la boca seca. Había pasado tanto tiempo... Dieciocho se decían pronto, pero sentirlos en la carne era muy distinto.
Sintió que su corazón se le olvidaba latir cuando vio que una figura de mujer lo esperaba en el patio.
La mismísima reina en persona.
—Bienvenido —Nasuada sonrió.


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Momentos más tarde se encontraba de pie, junto a Nasuada, reina de todos, Ayra, reina de los elfos, Orik, señor de los enanos; a su lado estaba Orrin y por último Nar Garzhoog. Todos habían recibido el mismo mensaje que Roran, y al mismo tiempo, y por esa razón estaba allí. El mensaje decía que debían estar en el castillo de Nasuada en cuatro días.
Entre los presentes reinaba el silencio.
Roran suspiró.
—Y... ¿a nadie le dijo una hora a la que vendría?
No hubo respuesta. Pasaron un par de minutos hasta que la voz de Orik se elevó.
—¿Qué pensáis que querrá decirnos, o mostrarnos o... lo que sea? —Se le notaba cansado, a la vez que preocupado.
—No... no lo sé, pero debe de ser importante o sino no nos habría llamado para reunirnos aquí, ¿no crees? —Inquirió Nasuada.
Todos asintieron con la cabeza y eso puso punto final a la conversación.
Sobrevino otro silencio.
Se suponía que debían de estar alegres. Volvían a verlo, pero la espera se les estaba haciendo interminable, preocupándose a cada minuto que pasaba.
Roran suspiró de nuevo. Cansado, cambio el peso de su cuerpo al otro pie. El ambiente se podía sentir tenso a la vez que silencioso. Quizás demasiado.
A medida que avanzaba la mañana, los presentes se fueron poniendo cada ver más nerviosos.
Se encontraban situados en una de las más altas torres del castillo, que además carecía de tejado, ya que se debía a que era una torre de vigilancia, construida para observar el horizonte, lo que en aquel momento era bueno, porque les permitía otear en todas direcciones en busca de “algo”.

Los pensamientos de Roran cambiaron a otra cosa que no fuese el mensaje aquel, que llevaba siendo en lo único que pensaba en los últimos días, y se dirigieron a Ismira, su hija.
Hoy era su cumpleaños. Cumplía ya dieciocho años...¡Cómo pasaba el tiempo...!
Ismira, ya a su edad, se había convertido en una joven muy hermosa, sin duda, la más bella de toda su aldea.
Sus ojos azules, estaban llenos de sentimientos. Su cabello, largo y ondulado solía caerle en suaves ondas por la espalda, suelto al viento juguetón. Además había crecido siendo una niña muy buena y ya demostraba ser una muchacha que albergaba un gran corazón.
Sin duda, su padre estaba muy orgulloso de la mujer en la que se había convertido su hija. Y ahora que iba a cumplir dieciocho años, ¿cuál era el regalo de su tío lejano? Sacar a su padre de la casa, llevándoselo lejos y que no pudiera felicitarle ni nada.
Gracias, ¿eh?, pensó Roran refunfuñando.
De pronto, en el horizonte a contraluz, aparecieron varias criaturas, que se acercaban muy deprisa, hacia donde se encontraban ellos. El corazón de Ayra dio un vuelco y lo mismo le pasó a Nasuada y Roran.
Pero pronto la sensación cambio de golpe. Nasuada escudriñó el horizonte.
Una mueca de preocupación se mostró en su rostro. Las figuras se fueron acercando cada vez más hasta que fueron apreciables para todos.
Seis dragones corrían a toda velocidad en dirección al castillo. Parecía que los perseguía el mismísimo demonio. Diversas manchas carmesís manchaban sus cuerpos.
—¡ABRID! —Gritó una figura que iba montada a lomos de un dragón grisáceo. Era un hombre, un Jinete—¡Abrid las puertas! ¡Deprisa! ¡ABRID!
Los dragones llegaron a la puerta y sin previo aviso, empezaron a embestirla. Nasuada gritó unas palabras extrañas y la puerta empezó a abrirse a una velocidad considerable, muy rápido. En cuanto vieron un hueco suficiente, los dragones reptaron impacientes hasta colarse por debajo de la puerta.
—¡Cerrad! ¡Cerradla! —La voz del Jinete provino ahora del interior del patio. Estaban todos dentro.
—¿Qué ocurre? —Gritó Orik. Fue el único capaz de articular algo. Los demás seguían atónitos ante todo lo que estaba aconteciendo.
—¡CERRAD! ¡PROTEGED EL CASTILLO!
¿Proteged el castillo? ¿De quién? Pero no era tiempo de preguntas. Si aquel Jinete decía algo semejante lo mejor era ser precavidos, pensó Nasuada. Hizo un gesto con la mano y acto seguido, la puerta cayó con todo su peso. El sonido al chocar contra la piedra fue atronador.
Roran corrió hacia el patio y los demás lo imitaron, bajando la escalera corriendo.
Se quedaron helados ante lo que vieron.
En el patio, sobre la fría piedra, se alzaban seis dragones de diversos colores.
Pero el panorama era desolador.
Todos los dragones estaban muy mal heridos, y las manchas carmesís que habían visto desde lejos eran manchas de sangre. Las criaturas daban grandes bocanadas de aire, cansados. Un dragón verde se desplomó sobre el suelo, incapaz de mantenerse en pie por más tiempo.
El Jinete que montaba sobre el dragón gris bajó de su lomo, no sin esfuerzo y ante la atenta mirada de todos, le fallaron las piernas y cayó al suelo.
Ayra corrió hacia él y Roran la siguió.
El hombre tenía las ropas manchadas de sangre.
—¿Qué ha pasado? —preguntó la elfa, levantándole la cabeza con suavidad. Orik estaba enfrente de la mujer y observaba al Jinete. Apenas debía de tener los veinte años. La pregunta era, ¿desde hacía cuánto?
Mientras, Nasuada había subido a la torre y oteaba el horizonte, temerosa quizá de que apareciera el que había causado tanto daño a los dragones.
—Nos a... atacaron —consiguió decir entre balbuceos. Estaba muy mal herido y muy débil.
—¿Quién? —Preguntó Ayra.
—No lo sé...
Se hizo un silencio. Algo faltaba allí, y era ese algo la única razón por la que todos se habían reencontrado. Pero, por algún motivo, no estaba allí y en el aire había una pregunta silenciosa que ninguno de los que rodeaban al desconocido se atrevían a formular.
Aunque uno reunió el valor necesario para formularla.
—¿Dónde está él? ¿Dónde está Eragon? —la voz de Roran sonó quebrada y temblorosa, con miedo a respuesta. Ahí estaba la pregunta, y aunque eso había sido difícil, sabían que sería mucho más difícil la respuesta, es más, la temían.
Aguardaron impacientes a la respuesta del Jinete, que se demoró más en responder, como si eligiese con cuidado las palabras.
—Veníamos hacia aquí cuando... nos atacaron —la cara de muchos se tornó en asombro y horror—. Éramos nueve los dragones y cuatro los Jinetes encargados de esta misión. Hemos llegado los que hemos sobrevivido.
—¿Qué? ¿Cómo que los que habéis sobrevivido? —Nasuada estaba nerviosa y le temblaban peligrosamente las manos—. ¿Quién os atacó?
—No... lo sé. Nunca los habíamos visto antes —tragó saliva—. Eran oscuros, altos y muy fuertes. Han matado a tres dragones en el camino.
—Espera, —cortó Ayra— ¿y Eragon? ¿Dónde está él? ¿Ha...ha muerto? —Dos lágrimas asomaron en sus ojos.
El Jinete la miró.
—No... Él y su dragón se quedaron atrás para que los demás pudiésemos llegar —enmudeció—. No sé lo que habrá sido de él...

5 comentarios :

  1. entre por casuaLIDAD y me gusto mucho tu lo escribiste??

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  2. Sí. Cada una de las palabras ^^
    me alegro que te guste. Ire subiendo los capitulos poco a poco :)
    salu2

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  3. estoy ansioso de ver el nuevo capitulo¡¡¡¡

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    Respuestas
    1. No te preocupes que dentro de poco se colgará.
      Hasta entonces paciencia! ;)
      salu2

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  4. Wauw!! No hace ni 2 dias que acabe la saga de eragon e incapaz de pensar que todo habia acabado sin resolver los distintos enigmas del final, busco algun relato que continue lo que mucha gente quiere leer y me topo con un fabuloso y magnifico comienzo de una posible historia, mmm... ¿Te has planteado ser escritora? Yo si fuera tu ni me lo pensaba, menuda capacidad de narracion para una (si me lo permites) "novata", piensatelo, harias muchas maravillas con esa cabecita

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